Después de cursar el Magisterio en el Colegio Marín, deambulé por varios empleos y ocupaciones sin muchas aspiraciones; lo único que realmente me atraía era la música, pero sobre todo me obsesionaba la guitarra, modificaba mis instrumentos y me informaba sobre ellos. Después de algunos años empecé a recorrer talleres  de diferentes luthiers sin demasiada suerte a la hora de encontrar información; pero en un momento tuve  la grandiosa oportunidad de cruzarme con Julio Malarino, fué él quien me enseñó éste maravilloso arte, me enseñó a tomar ésta actividad con la debida seriedad y responsabilidad;  las actitudes que tuvo para conmigo hacen que esté agradecido de por  vida de poder disfrutar de su sabiduría, su impecable pedagogía  y su amistad;  es una suerte poder seguir contando con sus consejos y su apoyo.

Actualmente, además  de dedicarme a la construcción y reparación de instrumentos,  llevo siete años dando clases en la Casa de la Juventud de San Isidro y algunos menos dando clases en mi taller.